martes, 28 de mayo de 2013

Patines en línea. Otra opción para entrenar. 


Tanto si buscas escapar de las garras del sofá como si te gustan los deportes de largo aliento, puede que patinar sea una buena opción para ti. 



En los últimos meses es posible que hayáis advertido un incremento de patinadores deslizándose por las calles de vuestra ciudad. El patinaje en línea se está convirtiendo sin duda en una actividad muy practicada por los ciudadanos de este país, incluso desde edades muy tempranas, sin embargo, lo que hasta ahora se entendía por la mayoría como una actividad de ocio y ocupación del tiempo libre, se está empezando a entender como 
un método de entrenamiento propiamente dicho.

Características del patinaje

No resultará extraño comprender la evolución de esta actividad si tenemos en cuenta sus características:

En primer lugar, el patinaje es una actividad cíclica, es decir, mantiene una cadencia constante de movimientos enlazados, lo cual nos permite entrenar nuestra capacidad de resistencia al igual que en otros deportes como la natación, el running o la bici.  Un estudio realizado por Krieg y cols. (2006) establecieron correlaciones similares significativas en la evolución del consumo de oxígeno en pruebas de esfuerzo maximales tanto pedaleando como patinando. También Wallick y cols. (1995) habían concluido antes reacciones fisiológicas semejantes (VO2=consumo de oxígeno y FC=frecuencia cardiaca) entre el patinaje y la carrera a pie. Esto significa que podemos utilizar los patines (al igual que las zapatillas o la bicicleta) como medio alternativo para mejorar cada uno de los umbrales metabólicos que componen nuestra capacidad de resistencia.

Por otro lado, patinar implica una gran actividad muscular. El deslizamiento consta de dos fases: una de empuje y una de recuperación, durante las cuales toda la musculatura del tren inferior debe contraerse tanto de forma concéntrica (para producir el movimiento) como de forma excéntrica (trabajo antagónico para mantener la posición de los pies). Un ejemplo: durante la fase de empuje, la acción de llevar la pierna hacia fuera la realizan conjuntamente la porción externa del glúteo (que realiza la acción concéntrica) y el aductor que se contrae (estirándose) para evitar que el pie siga deslizándose hacia afuera y acabemos bien abiertos de “patas”. Esto no ocurre durante la carrera, por ejemplo, durante la cual, en sus diferentes fases, la musculatura agonista se relaja cuando actúa la musculatura principal.

Además, se sabe que existe un gran tiempo de contracción isométrica de la musculatura del tren inferior y del core cuando patinamos, especialmente durante el deslizamiento en paso de recta y en las curvas (debido a la fuerza centrípeta). Esto significa que la musculatura debe contraerse para mantener una postura o una posición frente a la acción de fuerzas externas que tratan de desestabilizarnos. Esto sucede, por ejemplo, al tomar una rotonda con el coche. Nuestro cuerpo trata de abrirse hacia afuera y tenemos que contraer la musculatura del tronco para corregir la postura.

Al mismo tiempo, la musculatura de los brazos realiza el contrabalanceo de las piernas, al igual que durante la carrera, por tanto, se puede deducir de todo esto que la implicación muscular durante la acción de deslizarnos sobre unos patines es muy importante.

Por todo ello, el consumo energético será mayor. Es decir, necesitaremos más energía para desplazarnos, a iguales niveles de intensidad (FC), que en carrera o sobre la bicicleta. El patinaje es una de las actividades físicas más exigentes, energéticamente hablando, por encima de la carrera y el ciclismo, aunque no tanto como el remo, la natación o el esquí de fondo.


El patinaje es, además, una gran herramienta para el desarrollo de las cualidades motrices debido a la particular forma de desplazamiento que tiene. El deslizamiento implica un elevadísimo requerimiento de coordinación dinámico-general y a nivel intermuscular. El hecho de mantener el equilibrio sobre una base de sustentación tan estrecha (linealidad de las ruedas) aumenta nuestra habilidad para generar desequilibrios y volver a reequilibrarnos de forma dinámica. Por si fuera poco, patinar afianza nuestras relaciones espacio-temporales, mejora la agilidad en general y mejora la autoeficacia y confianza en uno mismo.

Sin embargo, en mi opinión, es sin duda la diversión que la sensación de deslizarnos nos ofrece la característica que hace del patinaje una actividad tan buena. Sin pararme a indagar en el por qué, puedo generalizar diciendo que a todo el mundo le atrae esta peculiar forma de locomoción. Además de la sensación de velocidad, experiencia por la que muchos sienten un misterioso placer por alguna extraña razón. Y si no, paraos a pensar por qué la gente acude cada invierno a las estaciones de esquí. La respuesta es clara. La gran mayoría no suben para entrenar sino para divertirse. Pues con el patinaje sucede lo mismo pero cerca de casa. Divertirse entrenando es siempre una garantía de éxito. 

Por último, no debemos olvidarnos que mientras patinamos no estamos generando acciones de impacto sobre nuestras articulaciones, evitando todos los problemas derivados del mismo (desgaste de cartílagos, etc.). En definitiva, podemos concluir que el patinaje, por todas sus características, es un excelente método de entrenamiento, además de una forma divertida de ocupar nuestro tiempo de ocio. No obstante, es necesario atender a varias cuestiones antes de decidirnos a comprarnos unos patines.

Importancia de la técnica

Antes de adentrarnos en la práctica, es muy importante señalar que el entrenamiento sobre patines será rentable sí, y solo si, el atleta puede expresar una técnica decente (Bresin, 2013). En caso contrario sucede algo similar a la natación: la experiencia puede convertirse en una auténtica frustración. Una mala técnica no sólo aumenta el riesgo de irnos al suelo sino que además amplifica la fatiga periférica (fatiga muscular), incrementándose el deseo de detenerse y, en definitiva, restando tiempo de entrenamiento.

“¡Pues vaya chufa!” (pensaréis aquellos que nunca os hayáis calzado unos patines). “Me trago toda esta  parrafada y resulta que si me compro unos patines los voy a tener que acabar encerrando en el fondo de un armario”. No os preocupéis. Aprender no es tan difícil como parece y si sois constantes iréis notando la mejoría muy rápidamente. Siempre es mejor salir acompañado. Si el otro sabe patinar tendremos una buena referencia y podremos atenernos a ciertas pautas motrices.

Riesgo de lesión

A pesar de todo, no estaría siendo del todo correcto si no advirtiera en este post del mayor riesgo relativo de sufrir una lesión cuando patinamos. Tal como evidencian diversos departamentos de emergencias, las lesiones derivadas del patinaje han aumentado considerablemente en los últimos años. Si bien estos datos pueden estar asociados al  propio incremento de practicantes, también es cierto que, en comparación con otros deportes, diferentes estudios coinciden en clasificar el patinaje como un deporte con elevado riesgo de lesión deportiva, especialmente por fracturas.



En consecuencia, es importante comprender los mecanismos de lesión más frecuentes y atender a los diversos factores de riesgo:

Las causas más frecuentes de caída suelen ser la pérdida espontánea de equilibrio, el tropiezo con un obstáculo, el exceso de velocidad y la falta de dominio técnico. En la medida de lo posible debemos ser conscientes de nuestros límites así como de nuestras limitaciones para minimizar el riesgo de probar el amargo sabor del asfalto. Las caídas hacia adelante con extensión de las manos son el tipo de caída más frecuente y se asocia con fracturas en la porción distal del radio y en la muñeca. Las caídas hacia detrás ocupan el segundo puesto y se asocia con traumatismos en la parte posterior de la cabeza así como (de nuevo) en las muñecas. Por último, caídas hacia los laterales pueden ocasionarnos lesiones de tipo ligamentoso tanto en rodillas como en tobillos.

Es por esto que tenemos que tener en cuenta los elementos y los factores que minimizarán el riesgo. En primer lugar, los factores relacionados con el patinador hacen referencia sobre todo a la experiencia (¡ojo! Patinadores poco experimentados se asocian con un mayor número de lesiones, pero patinadores muy experimentados se asocian con una mayor gravedad de las mismas), la velocidad, la forma física, la fatiga acumulada, la edad y el género (aunque el mayor número de lesiones está asociado a varones de entre 10 y 14 años, éstas serán siempre más graves en mujeres mayores de 45 y otras poblaciones con mala salud ósea). En cuanto a los factores relacionados con el entorno y el material debemos ser siempre precavidos y atender siempre a la calidad del material (tanto de los patines como de las protecciones), su mantenimiento y el su correcto ajuste.



Conclusiones

Patinar puede ser una buena alternativa para incrementar nuestra capacidad de resistencia dada la equivalencia fisiológica que tiene con el resto de deportes cíclicos por excelencia (carrera y bici).

Patinar conlleva un consumo energético superior a otras actividades cíclicas (a paridad de FC), lo cual es ideal para personas que buscan reducir volumen y peso corporal.

Patinar está exento de impactos contra el suelo por lo que se presenta como una actividad, en principio, apropiada para poblaciones con problemas de tipo artrósicos o con rodillas o tobillos propensos a las lesiones.

Patinar es una actividad divertida que puede llevarnos a experimentar sensaciones realmente adictivas, aunque será necesario para ello alcanzar cierto nivel de técnica.


Patinar es una actividad con una elevada incidencia en lesiones de tipo traumático, por lo que deberían ser extremadas las precauciones si quien decide iniciarse está dentro de las poblaciones en riesgo de sufrir caídas o de aquellas en que las caídas tienen peor recuperación.    

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